miércoles, 14 de noviembre de 2007

Hombre en llamas


El millonario negocio de telefonía celular para averiguar los lugares de votación, que el ministro se guardo para él mismo, habría enfurecido a los Kirchner.

El ministro del Interior no quiso, sin duda, quedarse afuera del boom de la telefonía celular y la proliferación de los mensajes de texto. Según comentan, el matrimonio Kirchner enfureció unas horas antes del complicado cierre de listas, el pasado 8 de septiembre, cuando se enteró del millonario negocio de los mensajes de texto para averiguar el lugar de votación, una licitación que el ministro Aníbal Fernández habría guardado bajo siete llaves, sin consultar a sus superiores. Parece que la rabia de los Kirchner, al filo del cierre de las nóminas, habría sido el motivo por el cual decidieron excluir al quilmeño de los primeros lugares en la lista de legisladores del Frente para la Victoria, y bajarlo al séptimo escalón. Aníbal no soportó semejante humillación y pidió bajarse. Lo cierto es que el negocio fue redondo. Según informó después de las elecciones el Ministerio del Interior, 9.570.143 personas enviaron mensajes para saber en que escuela debían emitir el voto el día de los comicios presidenciales. Algo así como un tercio del padrón electoral. De todos modos, a pesar del enojo presidencial, Fernández tendría bastantes chances de emigrar en el Ministerio de Defensa, que dejará vacante Nilda Garré. Dicho Ministerio, a pesar de tener escaso poder político para negociar, goza de millonarias licitaciones para, por ejemplo, modernizar equipamiento y equipar a las fuerzas, y allí es donde Aníbal se hace fuerte. Además, a pesar de la perturbación que el negocio de la telefonía celular en las elecciones habría generado en los Kirchner, los pingüinos reconocen en el ministro su exposición mediática durante estos cuatro años, donde tuvo que salir a dar la cara y oficiar de vocero en temas espinosos.

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