miércoles, 14 de noviembre de 2007

Pecados Capitales


Los jóvenes excluidos buscan escapar de la realidad de la manera más absurda. Pegamentos y pacos. Los vehículos que llevan a la muerte.

Por: Axel Colombo

Si señor, existen chicos en las calles. Aún más, esos chicos no solo abren las puertas de sus taxis y hurgan en su basura, sino que también mueren a diario por el consumo adictivo de sustancias toxicas que causan daños irreversibles. Pegamentos y combustibles son los predilectos debido a su fácil acceso. Ya sea en kioscos o en tanques de automóviles, $3 o una manguera son las llaves que posibilitan a estos niños su escapismo. Menores sin una familia estable o una institución que los contenga sufren los peligros y terrores de la explotación sexual, el trabajo ilícito, el crimen y la violencia. Golpeados por la discriminación o empujados por la necesidad de ser aceptados, la adicción parece estar a la orden del día, dispuesta a llevarse sus vidas sin el mínimo prejuicio. En nuestra ciudad miles de chicos “jalan ran” como un hábito “folklórico” de quienes viven en la marginalidad, sin saber que el químico probablemente los termine llevando a la tumba. Así como toda adicción trae consecuencias, este hábito con el tiempo daña las capacidades motrices y respiratorias, ataca los órganos blandos del organismo y disuelve la mielina que produce el cerebro. Peligroso, ¿no?. Como es costumbre en nuestro país si no hay muertos no hay “rentabilidad”. No es una suposición, es una triste realidad, la cual se pudo ver claramente el pasado mes de septiembre que fue escenario de dos trágicos episodios ligados a este popular y no reciente flagelo, sucesos que cobraron las vidas de Nicolás García y Pablo Maturano (de 14 y 15 años de edad). ¿Si quitamos la prensa de lado qué otros resultados obtuvimos?, ¿hubo respuestas certeras por parte de los mandatarios?. En realidad no. Alguna que otra prohibición para los kioscos y almacenes, “controles periódicos” por parte de la GUM y talleres educativos en las zonas “más afectadas”, entre otras “yerbas”. Pero no aparecen soluciones eficaces y serias que traten el tema de raíz, buscando “prevenir antes que curar”. Hoy, casi a dos meses de dichos acontecimientos, la realidad es la misma. El “pegamento” se sigue vendiendo, los controles no son estrictos y mientras más tiempo pase, más chicos se seguirán velando mientras la sociedad les da la espalda. Tal vez pasadas las elecciones, el ahínco de los políticos este orientado a rescatar las vidas que menguan día a día, en vez de continuar fomentando la “peligrosa adicción” por los votos que los mantienen en el poder.

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