miércoles, 14 de noviembre de 2007

Paso en falso


El esquema económico impuesto en nuestro país desde hace décadas, es de índole “succionante” de nuestras riquezas, siendo la principal y más importante, la riqueza humana.

Por: Juancho Caminos

El despoblamiento rural de las zonas más postergadas de la argentina y territorio de los críticos cultivos regionales, que peligran por los avances del “monocultivo”, se suma a otros componentes constitutivos del renovado hacinamiento poblacional en las grandes ciudades. Una riesgosa y “rentable” modificación del ciclo agropecuario, trae aparejada una modificación climática notoria. Ha disminuido peligrosamente la superficie de bosques por su tala indiscriminada. Hay una notoria disminución de la capacidad de absorción de los suelos en millones de hectáreas, debido al tipo de cultivos que generan impermeabilización en la tierra. Éstos y otros elementos, se han incorporado definitivamente al nuevo escenario de un subvertido régimen climático argentino. No es “el hombre” en general (como se suele “informar”), el culpable genérico de esta situación. Son especialmente algunos hombres y sectores de la economía en particular, influenciados por una idea del lucro incesante y potenciado, con que la “contracultura” financiera ha impregnado nuestra cultura productiva. Pero principalmente es la imposición de una política, uno de cuyos diseños, es una perversa distorsión del desarrollo económico armónico de nuestro campo, con causantes de sequías e inundaciones totalmente anormales y catastróficas. Estos “cambios” climáticos son originantes, entre otras causas anteriores y también estructurales, de la perpetua pobreza a la que están sometidos cientos de miles de argentinos y que incluye especialmente a las postergadas comunidades aborígenes. La constante migración interna que confluye al embudo de las grandes ciudades, se ha constituido en una diaria y desgarrante peregrinación de verdaderos “ejércitos” de argentinos muy pobres, que todos los días desembarcan tropas en el siempre hostil ámbito urbano. Tropas acampando de a miles en los bordes de las urbes. Son nuestros propios campos de refugiados de una guerra, no tan “seca” a esta altura de los acontecimientos. El esquema económico impuesto en nuestro país desde hace décadas, es de índole “succionante” de nuestras riquezas, siendo la principal y más importante nuestra riqueza humana. La destrucción de la cultura del trabajo y la precarización laboral, pretende condenar a nuestro país a desdibujar su perfil industrial, agro industrial y agropecuario, que desde la década del cincuenta hasta Martínez de Hoz, nos permitió un desarrollo integral con una importante distribución de la riqueza. Vastos sectores medios han sido erradicados de la “producción”, para ser alojados en la especulación sin trabajo. Lo que para ellos es dinero fácil y mucho, aunque por temporadas y que no excluye las lógicas y masivas “expulsiones” del nicho, para el resto de las personas interconectadas en una cadena otrora solidaria de producción, pasa a ser miseria galopante. En este ya prolongado esquema no laboral, vienen desembarcando en las grandes ciudades hace décadas, miles de compatriotas y hermanos vecinos. Se suman a los preexistentes pobres urbanos. Cada tanto aparecen, como rareza y dignos de una morbosa perversidad mediática, “informes” absolutamente parciales e incompletos realizados por un gobierno y periodismo afín, que posan de graves y exhaustivos. No hay estudios serios, por lo menos en forma pública, que nos revelen el estado poblacional de la marginación económica, social, laboral, educativa, sanitaria y habitacional de la Argentina. Nada completo, actualizado y real, que sin tapujos permitan proyectar políticas reparadoras. Siendo la principal la tan mentada, meneada y postergada “distribución de la riqueza”. Porque lo que es seguro hasta ahora, y creciendo, es una constante y garantizada distribución de la pobreza. El universo de la usura, se la padezca o se la pretenda ejercer, trae estas pústulas desbastadoras y antihumanas.

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