miércoles, 5 de diciembre de 2007

La pícara recluta


Elisa Carrió también sabe pegar. Y ha reciclado el tema de las últimas elecciones. Cuestiona totalmente la legitimidad del acto electoral del 28 de octubre.

Por: Juancho Caminos

Ha reaparecido con nuevos bríos la dirigente chaqueña Elisa Carrió. Ha cargado pilas y también ha sido provocada. Dentro y fuera de su fuerza política. Se las ha ingeniado para encontrar rápidamente un resquicio, o se lo dieron, que le permitió reciclarse, al menos en forma mediática, que no es poco mientras no sea lo único. Aseguró que no sería nada casual el ataque que lanzó sobre ella el gobierno nacional sobre el “sospechoso” origen de sus ingresos. El Jefe del Gabinete Nacional, Alberto Fernández y el Presidente del bloque de Diputados del Frente para la Victoria, el diputado Nacional por Santa Fe, Agustín Rossi, entre otros, fueron los principales detractores. Es más, dichos ataques fueron en la misma semana que se producía la escisión de ocho diputados del ARI. Para nosotros, hasta debe haberle puesto fecha ya al anuncio público del sinceramiento y conversión Kirchnerista, por izquierda, de estos ocho legisladores “puros” y ex carriótistas. Rara coincidencia opina la ex candidata presidencial, que además acaba de renunciar a la prescindencia. Otra vuelta de tuerca. Parece que la doctora Carrió se psicoanalizara en público y por los medios. Es como que lo busca siempre, o quizás quiera dar esa impresión para transmitir confianza e intimidad. Difícil tramitir desde un canal de televisión. Tiene desculado un discurso pretendidamente profundo e intimista, como de confesión verdadera. Esa actitud, sazonada con bastante retórica, pareciera que es uno de los platos fuertes de la ex dirigente radical. Con esto quizás se considere sincerada y purificada. Como una especie de catarsis liberadora y energizante. De todas maneras es refrescante al menos, la reaparición de algún “opositor” en el súbitamente desierto escenario de la contienda política y el despoblado horizonte político argentino, o al menos empobrecido y triste. Parece que después de todo, no va a ser tan aburrido el trámite de Cristina de Kirchner, sin que nadie le tire alguna piedra cada tanto. Alguien con un cierto peso mediático. Elisa Carrió también sabe pegar. Y ha reciclado el tema de las últimas elecciones. Cuestiona totalmente la legitimidad del acto electoral del 28 de octubre. Plantea además, lo que estuvo a la vista, el saqueo de boletas que impidieron ir a un seguro ballottage. Todo esto ya pasado el mes de las elecciones. Motivos para hacerlo no le faltan. La lluvia de denuncias de fraude no ha parado a la hora del recuento de votos en algunos de los distritos claves del gran Buenos Aires. Claro que están en juego una buena cantidad de legisladores. Los números finales no van a modificar la mayoría legislativa absoluta que conquistó Cristina de Kirchner. ¿Con que artes? Pareciera que ya no importa tanto. Cada vez son menores e inaudibles los reclamos y quejas en ese sentido. Además son pocos los dirigentes que escapan a la tentación de participar de las mieles del poder. Al haber desaparecido completamente la política de esos lugares que también solía frecuentar, la compra-venta de dirigentes está a la orden del día. ¿Cuál sería la diferencia? ¿Por qué no nos podemos pasar y que nos retiene? Se preguntan estas nuevas camadas salvajes, que han irrumpido en el mundo de las candidaturas, absolutamente vaciadas de contenido. Porque de lo que se trata es estar en el poder a cualquier precio. Pero apareció Lilita y opinó. Es una buena oportunidad, para ella es un muy buen negocio, demorado por una cierta depresión post-electoral. No hay ningún moro en la costa. No es más legisladora, con el desgaste tremendo que significaría ser simultáneamente diputada y una de las principales espadas opositoras. Está prácticamente sola para explotar el expectable rol de rival mayor de la mujer súper poderosa de la Argentina. Temas no le van a faltar a poco de andar. Si sube la puntería, quizás para mediados del año que viene, pude llegar a tener mucha audiencia. Y quizás, también para esa fecha, ella también reciba una caja de alfajores santafesinos a manos de un Hermes Binner amable y dicharachero.

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