miércoles, 5 de diciembre de 2007

Tentaciones múltiples


Se ha construido un electorado base, difícil de cuantificar, que cada vez olfatea con inapelable precisión, quién tiene la mejor “oferta” y parece capaz de realizarla.

Por: Juancho Caminos

El patrón consumo, su manipulación y todas sus variantes de comercialización, ha sido la política basal del modelo que se fue imponiendo desde hace algo más de treinta años en la Argentina. El primer experimento serio y como verdadera política de masas, fue inaugurado por el gobierno de Alfonsín. Aunque todos los gobiernos lo ejercieron y lo fueron modelando, independientemente de las circunstancias reinantes. El propio Proceso Militar fue el debutante en estas lides e introdujo el consumismo a gran escala y como experimento sociológico. Alfonsín, Menem, De La Rúa, Duhalde, los Kirchner, pero también la gran mayoría de los derrotados, han encarnado de distintas maneras este modelo. Cada uno en su momento y por medio de elecciones poco genuinas (para ser piadosos) han sido tributarios y usufructuarios del módulo: “consumo al alcance de todos”. Esta peligrosa ficción o estafa generalmente estalla de la peor manera. Diferencias entre ellos ha habido, aunque son meramente de procedimiento y también de estilo y muñeca. A Alfonsín y a De la Rúa los petardos les explotaron en la mano. Menem supo postergarlo para el sucesor y de la gestión matrimonial no se sabe aún. Se ha construido un electorado base, difícil de cuantificar. Con suerte, debe apenas superar el quince por ciento del padrón real, pero que a la hora de las elecciones, trabajadamente apáticas, se magnifica, potencia, arrastra y contagia. Porque es una clientela fiel al consumo y sí vota disciplinadamente. Oscilante en su composición, le es imposible escapar a la contingencia de la economía real. Sufre recomposiciones, desplazamientos, desarraigos, desilusiones y una permanente y pendular mutación de su cobertura política, que parece distinta cada vez pero que siempre es parecida a sí misma: El Partido Consumo. Las ventajas artificiales que se le ofrecen, para generarle un supuesto bienestar haciéndole creer que ha resuelto su confort, se repiten con distintos mecanismos, pero el resultado buscado y obtenido es el mismo. Primera condición de libertad y genuinidad, sería poder verificar si existe real y objetiva necesidad de poseer dichos bienes y segunda, si su obtención no significa una pequeña esclavitud y que encadenada a una larga lista de requerimientos impuestos no configuraría una dependencia adictiva. ¿Cuanto duran los ciclos de estas “gestiones” de venta de electrodomésticos?, depende de la dedicación e inteligencia del staff ocasional que gerencia el estado nacional. ¿Quién será el próximo? Podría haber sido Elisa Carrió. Analizando desapasionadamente la reciente historia presidencial argentina, se puede concluir que son más los parecidos que las diferencias entre Kirchner y Alfonsín, más allá del discurso de ocasión. Quizás en un futuro no muy lejano, encuentren algún socialista descontracturado, que sea el próximo ¿por qué no? Es como que está faltando y la “ola” viene de ese lado. O tal vez vuelva a ser un tapado, como Kirchner. Todos estos gobiernos, cada uno con su estilo particular y en nombre del “producto” que más convenga en cada oportunidad, han instalado la timba financiera en la argentina, con el premio consuelo del consumo efímero. Porque es la usura, el sesgo principal de la utilidad financiero-extractiva destinada a la Argentina, desde hace muchos años. Hasta que no se modifiquen sustancialmente las reglas de este juego, no nos vamos a cansar de ver “recambios” en una misma línea. Y la franja “consumo” va a seguir sufriendo “desilusiones”, de las que, por otro lado, se recupera rápidamente. Hay gente que siempre ganó todas las elecciones. No erró una. El día que alguno de estos exponentes del consumismo y victima de la época, se equivoque o esté verdaderamente desorientado estaremos en el umbral de nuevos acontecimientos auspiciantes. O también puede ser que se equivoque a favor.

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