jueves, 11 de octubre de 2007

EDITORIAL 11 OCT

EL PAÍS QUE NO MIRAMOS

Por: Diego Kraljev

Víctor Frankl, uno de los más brillantes psiquiatras de este siglo, decía que “hay que elegir la actitud personal ante un conjunto de circunstancia”. Y, a sólo 17 días de las elecciones que pueden virar el destino del país, esa actitud personal puede hacer que la frase “Cristina ya ganó” quede colgada sólo en el inconciente colectivo sin siquiera ver el flash de la fama. Las coimas de Skanka o la bolsa de Miceli en el baño con 180 mil pesos o los 350 parientes ñoquis de la secretaria de ambiente o los 800 mil dólares del venezolano o Varizat atropellando gente en el sur o los 570 millones de dólares que Kirchner sacó del país y nunca trajo. Son, precisamente, el conjunto de circunstancia que el gobierno entregó, en forma de manual, de lo que no se debe hacer nunca en un país que quiere transformarse, o por lo menos lo pretende. Cristina sabe lo que falta y eso es el rezo máximo de sus carteles de campaña. Pero si ella sabe… ¿por qué no se lo dijo a Néstor así lo hacia? ¿O por qué no lo hizo ella en vez de girar por el mundo buscando la última colección de Louis Vuitton?. Fácil es hacer campaña. Fácil es pagarle a un craneo que te elija una frase. Difícil es seducir desde la más absoluta soberbia a un pueblo. Difícil es creer que pueda hacer lo que no quiso hacer ni siquiera en el rol de Senadora. Pero nada cambió, salvo algunas inyecciones de botox. Cristina salió a deambular por diferentes países haciendo creer a todos los argentinos, o tratando, que podía reconstruir la política exterior con los países del primer mundo. La verdad es que esos generosos viajes sólo sirvieron para arreglar algunos “tufillos” con las grandes corporaciones del mundo que, sin dudas, se divirtieron al ver que Cristina se sentía una Reina, como lo tituló The Times. Cristina fue a negociar con Ted Turner, dueño de CNN y The Times, la compra de 12 señales de cable en la Argentina aceptando el “favor de la nota” y a negociar con tenedores de bonos la forma de pago de los millones de dólares perdidos a través de un juicio. A Alemania fue invitada, con todo pago, por Volskwagen y Siemmens. Lo cierto es que el gobierno argentino podría perder 600 millones de dólares por el juicio de incumpliendo de contrato planteado por Siemmens y Cristina trató de arreglarlo extra judicialmente con el “vuelto” de 200 millones. A Francia fue a reunirse con el Club de Paris, quien le pidió que trate otra vez con el FMI un préstamo para devolverle su plata… A las empresas extranjeras poco le puede importar un país que aparece en el puesto 105 entre 180 países en el índice de corrupción. Las grandes empresas sólo vienen a buscar la forma de llevarse las riquezas del país de la manera más fácil. Algo que vienen haciendo desde 1492. Cristina no sería más que la esposa de un cacique tercermundista obnubilada por los espejitos de colores. Pero también podemos permitir un cambio y encontrarnos el 28 con una sorpresa. Candidatos no faltan. Falta oposición entera. Quizás la mentira de los boca de urnas se transformen en un profundo fracaso, otro más, de las encuestadoras de turno. Heráclito decía que “si uno no espera lo inesperado no lo reconocerá cuando llegue”. Es que en una Nación que quiere sentirse, aunque sea una vez, Nación, el jugar a mirar para otro lado, como pretende hacer el gobierno, no te hace progre, te hace más pobre. Faltan 17 días. Ya no estamos en una época de discursos. Llegamos al tiempo de necesidad de certezas que despejen las dudas. Lo que antes querían sustentar con el rumor hoy debe sustentarse con hechos. Las quejas ya no sólo vienen en almas perversas de complot y de engaños que quieren sacar beneficios políticos del momento. Hoy las voces suenan casi tan fuertes como las cacerolas modelo 2001 listas para cocinar por otros cuatro años un nuevo país, el que todos merecemos. No va a ser difícil entrar al cuarto oscuro. No va a ser difícil pararte y estudiar las boletas. No va a ser difícil elegir lo que vos sientas (y no creas) que es mejor para el país. Dale tu botox a Cristina y envejecé tranquilo. La soberbia se quiere transformar en poder y el verdadero poder no se compra, ni se roba, ni se gana; el verdadero poder, se comparte, se admira y se teme. Y a los K les falta ser admirados por todos. Y eso está escrito. Por lo menos aquí y ahora.

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