jueves, 18 de octubre de 2007

La alegría es sólo brasilera


El sostenido proceso de desnacionalización de nuestra industria local se ha cobrado una nueva víctima. En este caso de una de nuestras empresas más emblemáticas, Alpargatas.

Por: Juancho Caminos

Un vasco y un escocés juntaron sabidurías y medios en esta tierra, hace unos ciento veinte años para fundar Alpargatas: Juan Echegaray, fabricante artesanal de un calzado de lona con suela de yute y Robert Fraser, fabricante de maquinaria textil y telas. Nacía lo que luego se convertiría en un auténtico símbolo de la argentinidad. Crecieron como empresa y se expandieron al Uruguay, donde aún funciona, y luego a Brasil, donde en 1907, hace un siglo exacto, fundan una filial. Con el tiempo, la operación brasileña se independiza y crece enormemente. Hoy forma parte de un núcleo empresario fuerte de San Pablo que acaba de comprar a su “progenitora” argentina. El proceso de desnacionalización de la industria argentina se ha cobrado una nueva víctima. En este caso, quizás, la más emblemática de las empresas fabricantes de productos de consumo masivo de toda la historia económica de la Argentina. Junto a Molina Campos, la morocha argentina, el dulce de leche, el asado y el mate, entre otros símbolos físicos de nuestra cultura nacional más tradicional, en el imaginario popular, seguramente figura un par de alpargatas, o dos. Uno blanco y el otro negro. Figuran en el “libro” de nuestras tradiciones más caras. Sobre todo las originales, con suela de yute, y que casi todos conocimos y usamos. La alta concentración de la industria frigorífica a manos también de uno de los grupos del sector que está a punto de ser líder mundial y que también es de origen brasileño, es una de las muestras más cabales de que uno de los segmentos “más” argentinos de toda la industria en general, también ha dejado de serlo. No el único lamentablemente. La producción de aceros en nuestra patria está corriendo la misma suerte a manos de un gerenciamiento brasileño, contratado por hindúes. Hindúes que hacen sus reuniones de plantel en Londres, donde quizás residan los verdaderos dueños de estas operaciones de compra de la industria nacional. Hace unos años que se ha dado este proceso no casual de irrupción de capitales que abiertamente o embozadamente pertenecen al circuito financiero comandado desde la famosa “Milla cuadrada” de Londres donde residiría gran parte de este poderoso sector de poder financiero mundial. La derrota de Malvinas no fue meramente militar. Malvinas figura en el “libro” de nuestras fronteras históricas. Si bien es cierto que el proceso de desnacionalización inaugurado por Martinez de Hoz ya se venía ejecutando hacía años, la oportunidad “Malvinas” no fue desaprovechada para nada por “incalaperra”. Desde aquellos entonces no dejamos de ver más que nuevas claudicaciones, por parte de sucesivos gobiernos, ante un poder que siempre va por más y es insaciable. Una guerra que, como vemos, se sigue perdiendo. Este esquema de alguna manera y con aparentes signos distintivos, tuvo su continuidad en todos los “poderes ejecutivos” desde aquel conflicto a esta parte. Eso sí, habría un remanente, una suerte de “saldos y retazos”, autorizado a ser compartido, como contraprestación, con grupos de la dirigencia política local, quienes cínicamente hablan de sus esfuerzos, y que aparentemente sería una cuestión de estado, por reconstruir nuestra “burguesía nacional”. Figura en los “libros” sobre la infamia universal. Quizás otros “libros” se estén escribiendo. Quizás no falte mucho para que se pueda revertir esta situación, poder sacarnos esta situación de encima, y si es posible a los “alpargatazos” limpios.

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