jueves, 25 de octubre de 2007

Nada que decir


Es evidente que en las más altas esferas del Gobierno el objetivo para la campaña fue claro y no varió mucho de la estrategia inicial que fue no debatir.

Los cráneos creativos que manejan la campaña de Cristina decidieron, al establecer el proceso mediático a seguir en estas elecciones con respecto a la pareja presidencial, que lo mejor sería no dejar ni siquiera el más pequeño espacio para que exista la posibilidad de un debate de ideas que termine echando a tierra los ejes de la estrategia Cristinista. Esta planificación pudo ratificarse cuando, desde el gobierno, terminaron de confirmar que no harán ninguna presentación oficial para dar a conocer el plan de gobierno o algo que de cuenta de las políticas a seguir por Cristina en el supuesto caso que logre llegar a la presidencia. Cristina empezó su campaña ya vestida de candidata o de “pingüina” A eso le siguieron los costosos viajes al exterior y sus enojados y esquivos discursos filosóficos. Y ahora, para terminar de frivolizar al máximo una campaña deslucida de por sí, la mediática incursión de Marcelo Tinelli y de Los Pumas le puso una frutilla al postre, tras brindar un contundente y explícito apoyo público a los integrantes del poderoso y continuista matrimonio K. El objetivo para la campaña fue claro; se priorizó un cuidado hermético de la intención de voto lograda en cuatro años, se reafirmó la indefinición sobre políticas públicas a futuro y se mantuvo la enorme distancia entre funcionarios y periodistas. Desde el punto de vista del electoralismo puro, la estrategia no tiene el más mínimo cuestionamiento. Pero la primera dama y Néstor K no debe descuidar un detalle clave en el manejo de la opinión pública: la sociedad, que desconoce sus puntos de vista con respecto al INDEC, el aborto, la legalización de la droga, la reforma política, la reforma fiscal y la política de seguridad.

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