martes, 30 de octubre de 2007

El camino de los sueños

Con amplia mayoría en las dos Cámaras, Cristina prueba su “institucionalidad”
Con una hegemonía parlamentaria que le facilitará la sanción de leyes, la electa presidenta pondrá a prueba el perfil que más le gustó mostrar y en el que más se diferenció de su marido: el respeto a las instituciones.

Ya ultra confirmada como la sucesora de su marido, la electa presidenta Cristina Kirchner deberá demostrar con urgencia si respeta los anuncios de “institucionalidad” que sus jefes de campaña se encargaron de predicar para diferenciarla de Néstor Kirchner, o si en cambio sucumbe a la tentación que tendrá a mano en el Congreso: quórum propio en las dos Cámaras. La Primera Dama lleva sobre sus espaldas la difícil tarea de haber hecho campaña realzando supuestos logros económicos y sociales de la gestión kirchnerista, pero intentando evitar que las manchas que hoy caen sobre el traje del primer mandatario alcancen sus siempre delicados vestidos. Entre esos puntos, desde un principio se eligió como pívot proselitista para señalar –aunque siempre en actitudes y no en discursos- una diferencia con el gobierno de Néstor los gestos institucionales. Claramente, uno de los déficit más importantes del saliente gobierno K, con récord de decretos firmados, abusos en los superpoderes del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y un funcionamiento mecánico con fuerte hedor a abuso en el Congreso. Desde siempre metida en cargos legislativos y figura atrayente y activa –por lo menos hasta que decidió pelear por la sucesión- del Senado nacional, estas características del expediente político de Cristina fueron bien utilizadas por su comando proselitista, logrando casi la omisión total de su nula experiencia ejecutiva. Cristina contará con las mismas herramientas de las que se valió el actual presidente: la pluma lista para sellar decretos desde el cómodo sillón de su despacho, a Fernández en la misma situación –no hubo mención alguna a lo largo de toda la campaña sobre la supresión de los superpoderes- y, además, una hegemonía aún más amplia en las dos Cámaras, inédita hasta hoy desde la vuelta de la democracia. Con los datos recogidos hasta ahora, el kirchnerismo sumaría 25 bancas a las 111 con las que contaba hasta aquí en la Cámara de Diputados, superando ampliamente las 129 presencias requeridas para poder funcionar. El bloque kirchnerista puso en juego 49 sillas propias y 16 aliadas, pero en números logró retenerlos todos, mientras que el arco opositor arriesgó, en conjunto, unas 65 plazas y perdió unas 20. En cuanto al Senado, el bloque del Frente para la Victoria en el Senado, que actualmente preside Miguel Angel Pichetto, también mantendrá su fuerte conformación y quórum propio para el próximo período legislativo. De acuerdo a las tendencias, sumará unos tres escaños respecto de los 41 con que cuenta actualmente. El sistema de listas colectoras le dio a Cristina un plus a la hora de sumar legisladores, lo mismo que la oportunidad escondida debajo de la “concertación” de llevar varios boletas en las provincias encabezadas siempre por el texto “Cristina Kirchner Presidente”. El desafío, entonces, rondará en ver si finalmente refuerza esa imagen institucional que instaló en su campaña y que se encargó de desperdigar por el mundo, abrazando a cuanto presidente de similitud de perfil le aceptó la foto oficial, o si en cambio sucumbirá a la tentación del poder, algo que tristemente fue una de los rasgos olvidables que deja el gobierno de su marido, de andar tambaleante en lo que se conoce como el funcionamiento del sistema republicano.

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