miércoles, 24 de octubre de 2007

Encuestas son amores


En el tramo final de una elección apática y vacía de contenido, la presión sicológica de un “resultado cantado”, a fuerza de difundirse “seriamente”, lograría convertir un voto volátil en oficialista.

Por: Juancho Caminos

Los encuestólogos contratados por el oficialismo están dispuestos a jugar fuerte. Incluso comprometiendo aún más la pérdida de su ya escasa autoridad.Todos hemos sido testigos de los “errores” cometidos en el pasado reciente e inmediato. Leíamos las fundamentaciones plagadas de ciencia y tecnicismo, que favorecían rotundamente a tal o cual candidato del oficialismo. Vimos Misiones, Tierra del Fuego y Santa Fe, como clarísimos testimonios de una manipulación publicitaria. Producido el resultado totalmente adverso al pronosticado, las explicaciones y justificaciones de los encuestadores, dejaron de ser meticulosas y exhaustivas. Fueron vagos y vanos intentos de ocultar la arbitrariedad “contratada”. Pero se aproxima el plato fuerte y nadie se lo quiere perder. Del punto de vista informativo hay dos tipos de “medios” que más conservan parcialmente cierto grado de credibilidad: algunos medios gráficos y algunos radiales. Algunos de ellos pareciera que han trabajado de “serios” casi hasta el final de esta carrera electoral. Han especulado, quizás, para un solo arreglo grande, que no necesariamente tiene que ser “lana” pura. Es más son difusores de los últimos pronósticos que serían absolutamente favorables al kirchnerato. Le darían cobertura “inobjetable” a un resultado predeterminado. Es sabido que en el tramo final de esta elección apática y vacía de contenido, la presión sicológica de un “resultado cantado” a fuerza de difundirse “seriamente”, lograría influenciar para convertir un voto volátil en oficialista. Según una información publicada recientemente, el gobierno de Kirchner habría gastado desde agosto de 2005 al mismo mes de 2007, unos ocho millones de pesos en encuestas de todo tipo. Pensamos que es una cifra disminuida ex profeso. No nos olvidemos de la importante caja del S.I.D.E. que cubriría cómodamente esa cifra varias veces en un solo año, y con la reserva de ser publicado por “disposiciones legales”. Es más, este Servicio de Inteligencia del Estado, que maneja férreamente este gobierno y no algún “supuesto” nicho de la represión, tiene su propio sistema de encuesta política permanente. Se ha hecho conocer, por parte del jefe de gabinete Alberto Fernández, un prolijo listado con los gastos de encuestas y los nombres de las empresas contratadas: Julio Aurelio, Analía del Franco, Artemio López, Ricardo Rouvier y Adrogué Caruso entre otros, serían los “técnicos” más conocidos que se han difundido. Se ha evitado dar a conocer otros que quizás hayan tenido un sistema de contratación “tercerizado”, como ya hemos visto en el caso de la probable dupla medio gráfico-encuestadora. Casi todo el arco opositor ha salido a denunciar estas “irregularidades” advirtiendo que el gobierno “…ha invertido cifras millonarias en lo que va del año para que las encuestas le den un triunfo seguro a Cristina Fernández.” A veces tanta denuncia no es leída o escuchada y se cae irremediablente o sospechosamente en el juego de “saturar” tanto a los destinatarios, que produce el efecto contrario. Muchas veces se “opta” por lo más sencillo, seguro y optimizado, que por un esfuerzo deductivo y revelador que quizás lleve implícito un ulterior compromiso.

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