jueves, 25 de octubre de 2007

Éxtasis y agonía


La mezcla de drogas y alcohol y su posterior muerte por parte de una adolescente encendió la polémica.

Por: Adrián Dall'Asta

Los casos repetidos de adolescentes que mueren a causa del consumo no controlado de alcohol, bebidas energizantes y pastillas exigen que los padres en conjunto con las escuelas, el Estado, los medios de comunicación y la sociedad en general pasen a la acción. Otra muerte y nuevas reflexiones. Lamentablemente, una vez más es tarde. No hemos comprendido, a pesar de los pesares, que la prevención es el único camino posible para revertir situaciones no deseadas. Padres, colegios, medios de comunicación y la sociedad en general toman conciencia recién ahora de la existencia de un problema que hace muchos años está presente y que parece que la única forma de enfrentarlo es a partir de la muerte. ¿Cuántas Camilas más hacen falta? ¿Realmente queremos cambiar esta realidad que sigue llevándose la vida de nuestros hijos? Permítanme, luego de cinco años intensos de trabajo en esta problemática, sentir una cuota importante de escepticismo sobre las verdaderas intenciones de cambio. Es hora de dejar de velar muertos y dedicarnos a construir una cultura de la vida. Los adolescentes están reclamando la presencia de adultos comprometidos y coherentes, que pongan pautas claras y firmes que ellos puedan confrontar para crecer. Si seguimos pensando que esto les pasa a los otros, estamos perdidos. Esto nos esta pasando a nosotros. ¿Dónde está el Estado ocupando su lugar de protector social? ¿Dónde están los padres generando cambios en sus comunidades y con intenso protagonismo en la vida de sus hijos? ¿Dónde estamos como sociedad si no apostamos a las futuras generaciones de argentinos? Lo que hoy nos preocupa, y que emerge con la muerte de estos adolescentes, es un grave problema. Sin embargo, no le estamos dando ni la trascendencia, ni el tiempo que merece. Estamos frente a un problema muy complejo, que tiene muchos protagonistas y, por ende, debe trabajarse desde distintas áreas intensamente. Hablé de escepticismo, pero de ninguna manera de parálisis o desesperanza. Hacernos eco del problema sin proponer soluciones a esta altura me parece una omisión imperdonable. No hay posibilidad real de cambiar este problema sin aportar soluciones: llegó el momento de los padres socialmente responsables. Esto no sólo es necesario, es imprescindible y, mejor aún, es posible. Una Argentina mejor es posible y que ésta se construye desde el presente hacia el futuro. El presente son los padres, el futuro son nuestros jóvenes. Sin presente y sin futuro no hay historia que se pueda contar. Creemos que la historia de una vida plena y feliz merece ser contada. Si no salimos a hacernos dueños y protagonistas de esta historia, lamentablemente seguiremos velando jóvenes.

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