martes, 9 de octubre de 2007

Negocio de familia


Pensando en parejas o matrimonios en la política, nadie está exento de caer en darle manija a la patrona por cualquier estupidez, pero desde el poder es otra cosa.

Por: Juancho Caminos

“¡Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer! ¡Les quiero presentar a mi señora que inmediatamente, les va a dirigir la palabra! Dale, hablá querida.” Este encomillado pertenece al texto de un discurso real que pronunciara un Diputado Nacional ya fallecido cuando, en funciones de legislador, inauguraba un centro asistencial cuya madrina era precisamente su esposa. Esto sucedía a mediados de los ochenta. Era sindicalista, y muchos recodarán estos hechos de hace unos veinte años. El Diputado Nacional de la anécdota, Cayetano Denichillo y dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica-U.O.M.- de Rosario, que también y ya en las sesiones de la cámara en Buenos Aires solía repetir agradecido que él era un diputado de la U.O.M. No solo fue agradecido sino que fue muy generoso, un hombre de bien a la vieja usanza. Aquel pequeño acontecimiento que fue del todo risueño y hasta simpático, quedará registrado en los anales políticos argentinos y sería una anécdota digna de haber sido recopilada por Colombo, el famoso taquígrafo del Congreso Nacional y que hizo un lindo libro con infinidad de relatos y testimonios de posturas políticas, raras algunas, furcios y extravagancias en el Congreso Nacional, sobre todo de la primera mitad del siglo veinte. Eso es una cosa propia de lo aparatejos que solemos ser los argentinos y que dichos comportamientos no encierran maldad o perjuicio alguno. Muy distinto cuando se trata del poder sobre el destino inmediato de millones de argentinos. Por ejemplo, el famoso Cabildo Abierto del Peronismo para elegir la fórmula para la segunda presidencia de Perón y que movilizara a millones de argentinos en estado de asamblea, terminó siendo la jornada memorable del Día del Renunciamiento de Eva Perón. La Confederación General del Trabajo fue la impulsora de la propuesta que todo el peronismo en la calle hizo suya de incorporar a Evita en fórmula como candidata a vicepresidente, acompañando de esta manera a su esposo al poder. Aquel histórico día de una tensión inenarrable para Evita, que estaba sumamente comprometida con sus “descamisados” pero desde fuera del gobierno y que no quería defraudarlos sabiendo que lo que solicitaban ellos era por amor, terminó con una negativa rotunda a ocupar esa candidatura. Teniendo todo el poder, renunció. Perón y Evita no pisaron el “palito” para caer en la trampa. Que por supuesto no fue orquestada por la gente, sino por unos pocos vivos que creían que todo debía ser como un “negocio familiar”. Pero triunfaron porque no consideraban a lo que estaban haciendo, un “negocio de familia”. Por esa razón pudieron evitar los cantos de sirena que te llevan indefectiblemente al fracaso. Se ha instalado o han instalado una idea sucesoria del poder, una suerte de alternancia, en este caso ni siquiera de dos partidos o grupos políticos, si no una alternancia entre el matrimonio “presidencial”. Será también, que son entusiastas defensores y promotores del matrimonio como célula fundamental de la sociedad y entonces, que mejor que testimoniarlo en el poder.

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