martes, 30 de octubre de 2007

Traición al amanecer


La pérdida de la gobernación de Mendoza y las críticas al Indec lo ubican en la antesala de un conflicto institucional. El frío saludo con Cristina y los recuerdo del pasado.

Por. Federico Mayol

La abrupta renuncia del ex vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez, impulsada por las escandalosas coimas en el Senado, los duros retos –al inicio del gobierno- del matrimonio Kirchner al electo gobernador Daniel Scioli y el recuerdo de la cruda pelea entre los ex presidentes Carlos Menem y Eduardo Duhalde todavía resuenan en el túnel del tiempo de la historia política reciente. Una historia nada favorable para el electo vicepresidente, Julio Cleto Cobos, quién suma un traspié tras otro y quién esta mañana se despertó con una pesadilla insoportable, otra más. Sucede que en Mendoza, maravillosa tierra del vino, se impuso el peronista Celso Jaque y le arrebató la provincia a César Biffi, candidato la concertación radical de Cobos. Mendoza no fue más que otra muestra del doble juego de la Casa Rosada, que tira la piedra y esconde la mano. Los resultados son elocuentes: la senadora Cristina Kirchner que iba en la boleta de ambos candidatos superó el 60 por ciento de los votos, en una de las provincias de mayor peso electoral. Lo cierto es que la derrota de Biffi, cae como una inmensa piedra de plomo en la relación entre el todavía gobernador mendocino y la Casa Rosada, azuzada por la historia reciente que pesa sobre las espaldas del radical K. A partir del 10 de diciembre, el cuyano deberá presidir la Cámara alta y enfrentar a los senadores del radicalismo que todavía mastican bronca por la “traición” del mendocino, uno de los impulsores de la concertación plural. Quizá, la frialdad del saludo de ayer entre la Presidenta electa y su futuro vice en el Hotel Intercontinental, en medio de la algarabía por los resultados de la elección, fue la muestra más clara de una relación que nació con cuestionamientos, que se gestó con dificultades y que ve un horizonte de incertidumbres en su futuro. Ayer, luego de confundirse con un emotivo abrazo con Daniel Scioli, la presidenta electa saludó con un gélido beso a Cobos, en una imagen que recorrió el mundo y que congeló la pantalla de los televisores. Detalles que suelen decir más que los grandes gestos o los mejores discursos. De hecho, la desesperación del gobernador de Mendoza llegó ayer por satélite hasta el bunker lavagnista de Costa Salguero. Cobos, expulsado de por vida de la Unión Cívica Radical, se animó a decir que iba a impulsar la expulsión del partido del jujeño Gerardo Morales, ex candidato a vicepresidente de Roberto Lavagna. “Todavía no conoce la Carta Orgánica del Partido”, fue la reacción, entre risas cómplices, de Morales, mientras recibía entrada la noche los números del interior del país y esperaba el resultado inexorable de los comicios nacionales. Explicaba el jujeño que para cumplir su cometido, el mendocino debe juntar determinada cantidad de convencionales, algo imposible por su condición actual y su reciente expulsión. Con todo, la relación de Cristina Kirchner y Julio Cobos no es la ideal, mientras todavía suenan las voces de peronistas históricos que no digieren la presencia de un radical en una fórmula supuestamente ligada al peronismo, a pesar de la ausencia de Juan Domingo Perón en los discursos del matrimonio K. Las llamativas declaraciones del gobernador cuyano sobre el exceso de poder por parte del Presidente y las diferencias con el Gobierno por los números del Indec completan el panorama y avizoran un debilitado futuro para el electo vicepresidente. Deberá lidiar con los fantasmas de la historia y con una Presidenta que sumó más interrogantes con un frío saludo.

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